Plegaria por las abejas

Ni el frío las detiene en su imperiosa adoración por el perfume, en ese culto que conservan, como si estuvieran rezándole a un dios que se deja ver, luminoso, entre los pétalos, con el corazón hecho de miel.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Primer Premio: Vence el encierro, mi México de Ayer "Oda a los muertos"






Mi relato "Tanatomicrobioma o Memento Mori", se ha alzado con el primer premio en la edición 2024 del Certamen Internacional "Vence el encierro, mi México de Ayer". La temática de este año ha sido "Oda a los muertos" y ha estado enmarcada en las festividades de "Día de muertos", tan significativas para el pueblo mexicano. 
Muchas gracias México, por hacerme nuevamente un poco parte de su hermosa cultura. 



 
TANATOMICROBIOMA O MEMENTO MORI


—Falleció, lo atropellaron hace un mes. Me avisó el tejido linfático. 
Dos microorganismos de la flora intestinal, los más mínimos del cuerpo, hablaban por teléfono y se comunicaban la lamentable noticia. 
—Los órganos mayores fueron los primeros en enterarse— lloraba la célula—. Ahora, solo queda esperar las órdenes del cerebro. El corazón no ha vuelto a hablar.
Todos los huesos, enzimas, plaquetas y ácidos tenían, en el tejido conectivo de su hogar, una foto enmarcada del hijo perdido. Cada uno había hecho su propio altar doméstico, en la intimidad de la homeostasis. Se fueron enterando, a destiempo, hasta que todo el cuerpo enfermó mientras encendían velas al difunto y colocaban crisantemos nerviosos a su recuerdo. Inclinado levemente hacia la izquierda del esternón, el sistema circulatorio había levantado el más hermoso de los altares. 
Fue, después de una larga lucha contra el dolor, que el cerebro se despidió noblemente y les aseguró que los vería de nuevo.
—No tengan miedo—animó desde los balcones del Palacio del Cráneo—. Nosotros estamos preparados para este momento. Ya sabemos qué hacer. No tengan miedo— insistió—. ¡Todos aquí tenemos un alma!
—¿Y qué se supone que haremos?—se desesperaron los órganos—. ¿A quién le rezamos? 
Segundos después, el infarto de miocardio detuvo el flujo sanguíneo y los órganos que habían iniciado el cuerpo, fueron los primeros en irse. El corazón, la médula y el cerebro, despertaron inmediatamente en otro lugar que parecía ser el campus de la universidad en donde habían estudiado para recibirse de seres humanos. Una soledad extraña los recibió.
—Allí está el aula de simulación— señaló la médula—donde practicábamos para la muerte—. Y del otro lado…
—Está la del nacimiento—completó el cerebro—. ¿Deberíamos ir allí?
El silencio fue interrumpido por una guitarra que les cortó el aliento y una melodía, les llegó cada vez más cercana:
“Ay, de mi llorona, llorona de azul celeste”.
Los tres órganos se apresuraron inquietos hacia donde guiaba la enternecedora canción: un camino de cirios encendidos los encandiló y un enorme arco de caña y de flores dividió los mundos. Bajo él, un desfile supremo, nunca antes visto en vida, los invitó a formar parte.
—Hoy—se escuchó por un micrófono—la sede de la universidad en donde estudiaron nuestros órganos, acompañará el “Día de muertos”, la fiesta en donde nos reunimos con nuestros seres queridos.
“Dos besos llevo en el alma llorona, que no se apartan de mí: el último de mi madre, llorona y el primero que te di”, se escuchó.
El sistema músculo-esquelético, junto con un millar de catrinas orgullosas, encabezó la infinita comitiva. 
—Todos los muertos. ¡Todos! De todos los reinos— presentó el locutor— de todas las especies. ¡Miren quién va ahí!—señaló—. ¡Es Apis, la abeja, que ha descendido! ¡El héroe ha jurado volver con cada una de las flores que hemos cortado!
Los lirios y calas marchitas volvían a florecen, bajo la luz nueva de los cirios. 
—¡Y miren quién está acompañándonos!— continuó—. ¡Es Prunus, el almendro milenario! ¡Ah venido a buscar el alma de su amado! ¡Ha venido a buscar a la abeja que se le ha muerto! ¡Va más adelante!—le señaló.
Los tres órganos se ubicaron entre el público, hasta que el corazón vio una mano conocida y volvió a hablar, después de tanto tiempo.
—¡Es él!—gritó, mientras indicaba con sus aortas una pequeña mano—. ¡Es él! ¡Lo reconozco!
El hijo que todos habían perdido se volvió a aparecer ante ellos de la forma más majestuosa posible. 
—“¡El último de mi madre, llorona y el primero que te di!”— entonó el cantante, cuya voz acompañó el conmovedor reencuentro.
Con la misma emoción, padres, hijos, abuelos y nietos de todas las generaciones volvían a abrazarse y a recordarse.
—¡Ahora, desfilarán las calaveritas!—presentó el locutor—. ¡Y más atrás, vienen las almas con sus varas de tejocote!
Así, en otro de los planos, los difuntos revivían cada día en el corazón de quienes habían amado. Había tantas rosas y girasoles que el Campo Santo parecía el más bello de los jardines y, a pesar de estar cortadas, aún vivían, ¡aún cantaban a la vida y la honraban!
Las abejas, las mismas que después bajarían al mundo de los muertos para recobrar sus perfumes, se acercaron fieles, a polinizarlas. Todo crecía y volvía de otra forma para nunca perderse.
—“No sé lo que tienen las flores, llorona”— continuó el cantante. 
De a poco, los demás órganos, huesos y tejidos fueron llegando. Cada uno recibió su corona de cempasúchil y la bendición, además del abrazo tan esperado del hijo a quien habían vuelto a ver solo en el más feliz de los sueños.
El cerebro tenía razón: todos allí tenían un alma que merecía la eternidad. 




jueves, 12 de septiembre de 2024

Accesit I Certamen de Relatos Cortos FEFQ organizado por la Federación Española de Fibrosis Quística.

Emocionante entrega de premios del I Certamen Internacional de Relato FEFQ dónde tuve la gran oportunidad de compartir con maravillosos escritores.
Mi cuento "Juramento Extraordinario: Cromosomas" recibió un accesit en la Categoría General.
En el día Mundial de la Fibrosis Quística, estos espacios colaboran a visibilizar y sensibilizar desde las letras y la literatura.





JURAMENTO EXTRAORDINARIO: CROMOSOMAS

La jura extraordinaria se celebró con gran ilusión otro año más y los organizadores del gran evento —por tradición, los encargados del Departamento de Graduados— corrían nerviosos de un lado para el otro: auguraban que todo saliera perfecto porque, de lo contrario, el caos sería devastador. Entre los preparativos, que no quisieron demorar más, dispusieron diplomas, atriles y tarjetas identificadoras; armaron la mesa académica, ornamentaron la explanada de la facultad, ubicaron a los abanderados entrantes y distribuyeron las medallas de honor.
La tarde siempre era agradable en la intimidad del microbioma, pero aquel día, entre los nervios y la emoción de la jura, fue particularmente calurosa. Algunos presentes se estaban haciendo aire con el programa de colación promoción 2024 que previamente les habían repartido en la recepción. Sin embargo, no había ningún órgano presente, todavía; en el escueto acto solamente estaban los cromosomas y las moléculas de ADN que se ubicaron en sus respectivos asientos a la espera de los diplomas. Era costumbre que la información genética no jurara hasta que todos los sistemas y tejidos estuvieran elegidos.
Luego de la bienvenida de los egresados, la entrada de la bandera de ceremonias, el himno, el traspaso de bandera, el acto artístico, la entrega de distinciones y homenajes, la conformación de la mesa académica y las palabras del rector, se dio inicio a la tan esperada jura. 
—Estimados estudiantes, con el poder que nos concede esta casa de estudios, el Corpus Corporis University, es para mí un gran placer proceder a la lectura de esta jura extraordinaria. 
            Los cromosomas, las moléculas y las proteínas se pusieron de pie, desde su lugar microscópico en el mundo.
—Cromosomas, ¿juran por su dignidad y la de cada tejido a su cargo, contener, preservar y organizar el material hereditario con el rigor que exige ser el pilar fundamental del cuerpo?
—¡Sí, Juro! 
La primera respuesta se escuchó como una descarga eléctrica, similar al impacto del espermatozoide con el óvulo.
—¿Juran proteger el ADN al momento de la concepción, durante la formación del nuevo ser humano y hasta el momento de su muerte?
—¡Sí, Juro!
—¿Juran, por su honor, mantener el cuerpo íntegro y fuerte, aunque cualquier enfermedad hereditaria los incite a declinar sus responsabilidades?
—¡Sí, Juro!
—¿Juran recibir el trasplante de órganos y donar a otro cuerpo, para perpetuar la vida?
—¡Sí, Juro!
En ese momento, como pedía el protocolo, algunos cromosomas se separaron del resto y se dispusieron a jurar con sus respectivos órganos del sistema pulmonar y digestivo
—Sistemas y cromosomas, ¿juran por su libertad y la del cuerpo a su cargo librar los síntomas y complicaciones de la fibrosis quística, permitiendo una vida plena y de calidad para el organismo?
—¡Sí, Juro! 
—¿Juran acompañar al cuerpo en los distintos tratamientos y aspectos relacionados a la fibrosis quística, no solo biológicos, sino también sociales y públicos?
—¡Sí, Juro!
—¿Juran que cada respiración sea merecida y justa, a pesar de los diagnósticos?
—¡Sí, Juro!
—Sí así no lo hicieran, que Sangre y Alma los demanden.
Los sistemas ya habían sido informados, pero aquella noticia no interrumpió la emoción de la gestación y, posteriormente, del nacimiento tan esperado. 
              A las siete semanas, cuando se formaron el cerebro, el corazón y la médula, se los sometió a una Jura aparte, y con el mismo rigor que los demás, aquellos órganos comprometidos en los cuerpos con fibrosis quística, juraron.
—Cerebro, Corazón y Médula ¿juran, por su honor, proteger la vida, en calidad de competente máximo, ante el avance de la fibrosis quística? 
—¡Sí, Juro!
—Si así no lo hicieren, que Sangre y Alma los demanden. ¡Felicidades, flamantes egresados! ¡Ustedes serán seres humanos íntegros!
               Fue a los dos años que les diagnosticaron fibrosis quística. El cerebro, previamente, había dictado las leyes correspondientes que habían sido sancionadas por ambos pulmones, también había modificado la Constitución y todo el microbioma estaba al tanto de los diagnósticos y de los tratamientos.
—Señor, recuerde que tiene una reunión con las glándulas mucosas y las sudoríparas.
—Que sea también con los cromosomas —respondió el cerebro.
—Sí, señor, inmediatamente.
—Luego hablaré por Cadena Nacional, nos escuchará todo el cuerpo. Quiero dejarlos con la tranquilidad de que podemos superarlo todo, que somos un cuerpo fuerte y que siempre hay posibilidades. 
              Cuando la reunión terminó, el cerebro, junto con los ministros del sistema respiratorio y el digestivo, salieron a los balcones del cráneo, en el palacio de las Meninges. Entre saludos, pedidos de silencio y lágrimas de emoción y miedo, las palabras del cerebro fueron tan claras como las del rector, en aquel juramento extraordinario. 
—¡Querida nación! Ni la fibrosis quística ni ninguna otra enfermedad o debilidad nos hará ceder. ¡Somos un cuerpo fuerte, que no se nos olvide! ¡Somos un cuerpo que merece un presente y un futuro como cualquier otro!
            Los aplausos comenzaron a sentirse en el esternón, en el pecho y en las fosas nasales.
—¡No hemos jurado en vano! —exclamó el cerebro—. ¡Todos estamos aquí para cumplir nuestra palabra! ¡Confiemos! ¡Viva la Patria!
—¡Viva! —respondieron los huesos, tejidos, hormonas y ácidos.
—¡Viva la patria! —repitió el cerebro.
—¡Viva! —respondió el cuerpo. 

María Sofía Abarca 


Primer Premio Certamen de Relato Corto Eufrasia Cabral




La nonna


Josefina tenía veintiocho años y se sentía vieja. Se llamaba Josefina, pero todos la conocían como “Chicha”, aunque yo le decía, simplemente “nonna”.
Tenía dos hijas y se había casado con un hombre diez años mayor que ella. Se conocieron en Arroyo Seco cuando Josefina cumplió apenas quince años, en un baile de esos que tenían las sillas dispuestas en círculo. 
Nadie le dijo que podía estudiar o que podía ir a la escuela. En su lugar, se dedicó al corte y a la confección para ser modista, profesión a la que aspiraban muchas mujeres de su misma generación. Era eso o ir a la fábrica.
Aprendió a cocinar en la humildad de su hogar y muchos secretos de la famosa cocina italiana del inmigrante se los heredó su madre, la señora Rosa. Josefina tenía una mano exquisita para la cocina, habilidad que fue explotada en Buenos Aires, en el restaurante que abrió en plena capital; y destreza que luego, también, la heredarían sus hijas. 
Yo nunca la escuché hablar en italiano aunque mi mamá me cuenta que hablaba, para que ella no entendiera, de cosas que siempre serían un secreto, como ella misma, como Josefina, una mujer joven pero con el alma vieja. Siempre se sintió vieja. 
Un día, habían ido al río y ella no se animaba a ponerse un traje de baño como la gente: todo cerrado, todo negro, avejentado. De alguna manera, sentía que le correspondía: las mujeres debían vestir recatadas, sin ostentar y sin llamar la atención. 
Yo creo que si Josefina hubiera tenido la oportunidad de estudiar, habría podido sentirse más joven. Hubiera sido, sin duda, la mejor ingeniera, abogada, o profesora, porque tenía esa calidad para hablar y para hacerse entender tan propia que hasta el mejor orador la envidiaría. 
Pero no, la costura y la máquina de coser habían sido sus únicas maestras, las que guiaron un estilo de vida casero: la vida se redujo a la casa y a la familia. Si el hogar quedaba solo, allí, sobre Roque Sáenz Peña, ella no podía salir. Siempre tenía que haber alguien en la casa, casa que ahora, después de tantos años, habita gente desconocida. 
Sin embargo, esto no era lo peor, lo peor era que se sentía vieja. ¡Una mujer joven, llena de vida, con tantas virtudes! ¿Por qué iba a sentirse vieja? 
A las cero horas del nueve de mayo de 1980, atestiguó la primera transmisión de televisión a color. ¡Sus ojos claros lo habían visto todo! Pero le quedó tanto por ver. Si no se hubiera sentido tan vieja, si hubiera sabido que la mujer podía vestirse de otra forma, podía arreglarse y podía vivir libre, seguramente hubiera vivido más tiempo.
No sé qué tanto de verdad tiene esa frase que dice: “todos somos jóvenes, hasta que nos morimos”, pero Josefina no pensaba así. ¡Si viera la libertad que tiene la mujer hoy en día! ¡Si hubiera vivido un poco más para verlo! ¡Para ir al río San Javier o al Salado, con una bikini o con una malla de colores! Pero ella se sentía vieja y no solo eso, se sentía una “mujer vieja”, aunque falleció joven, no llegando a cumplir los ochenta años
A pesar de todo, yo sabía que mi abuela, la nonna como le decíamos, tenía plena consciencia de su papel de mujer, de su protagonismo y de su defensa en todos los ámbitos de la vida.
Me acuerdo que, en una oportunidad, me animé a contarle que el chico con el que estaba saliendo me había dicho que me operara la nariz, porque tenía la nariz grande y me veía fea. Se lo conté, disconforme, como echándome la culpa por tener algo en mi rostro que a otra persona le disgustaba. Tiempo después, el pobre tipo no quiso salir más conmigo y yo le fui a contar. Ella me respondió, con la sabiduría antigua que siempre tuvo:
—Mejor, mi amor, que se vaya. Y vos sabés que eso que me contaste, que él te dijo que quería que te operaras. Eso, —me reveló, sorprendida—se llama violencia. Violencia de género o no sé cómo le dicen hoy en día.  

Primer Premio IV Certamen Internacional de Microrrelatos CERBA 2024 "Vendimia y Bodeguero Ratonero Andaluz"


🥇 Hermosa entrega de premios realizada en los Claustros de Santo Domingo, en Jerez España, en el marco de las celebraciones de la Vendimia.

El tradicional Certamen Literario Internacional "Vendimia y Ratonero Bodeguero Andaluz", que este año cumple su IV edición, tuvo como ganadora a una mendocina 🍇 y mi texto "Tiempos Modernos" se alzó con el primer lugar. 

Sigue siendo un sueño muy grande que me elijan y me lean en España, y estoy muy emocionada por formar parte de esta festividad tan importante, donde los Bodegueros Andaluces son los protagonistas. ¡La 14ª raza española reconocida internacionalmente!

Muchas gracias al Excmo Ayuntamiento de Jerez y al Club Español del Ratonero Bodeguero Andaluz por esta distinción tan bonita, es un verdadero honor para mí.

¡Feliz Vendimia, España maravillosa!














sábado, 6 de julio de 2024

Primer Premio en el IX Certamen de Microrrelatos Alborán.

El premio de microrrelato y poesía a
Alborán está organizado por "Amigos de la barca de la jábega". La jábega, el elemento que ha inspirado ambos textos que presenté al certamen, (microrrelato ganador y poesía finalista) es una embarcación con los ojos pintados en la proa.  Antiguamente, los fenicios recurrían a estás prácticas para espantar a los monstruos marinos y piratas. La tradición de la jábega es bellísima y eso quise plasmar en mis textos. 

¡Y no conforme con premiarme, me leyeron al lado del Mar Alborán que es verdadero protagonista de este certamen tan bonito!







sábado, 8 de junio de 2024

Finalista del Premio Internacional Intemperie 2023-2004 en la categoría de “poesía visual”.


Ediciones Deslinde y Árbol Invertido, de Cuba, seleccionaron uno de mis poemas visuales. 

¡Un nuevo poema visual finalista y publicado! En la segunda curaduría, "Cielos desplazados" fue reconocido e integra la colección Arte como álbum, junto a los ganadores. 








Tercer Lugar del IV Certamen Internacional Espejo de Alicante en la categoría Poesía de Expresión (verso irregular: libre)

Estoy muy feliz de anunciarles que han premiado mi poema "Reflejos"; uno de los aeronatos de mi poemario inédito. El premio me llega desde Alicante, España. 





REFLEJOS

La oscuridad de todas las vértebras ha nacido en el aire,
en la sospecha de ese rostro desaparecido que forma parte de la guerra,
de las bombas y de los gritos que escapan del miedo a perder la patria.
La imagen se dispersa, unívoca y sobreseída de sedimentos:
pólvora, arena, arcilla y socorros se debaten en su incensurable cerebro alado.
El espejo me desenfoca, me devuelve las bestias y los tulipanes,
es un cuasi-reflejo y yo soy el verbo pronominal;
soy le herida de una gramática vulnerada, sedienta de versos sin rima
que esparcen su destrucción libre llena de espacios en blanco y de rastros apresurados.
Cuando se despierte el mundo, abriré la lengua y saldrán los epílogos, veré
cómo le sale sangre a la palabra porque le han robado el corazón a la ausencia
y a esa familia que ha perdido a sus hijas.
Yo, con la voz intemperante, con el incendio de mi rostro hecho ventana
y caparazón sonámbulo voy a olvidar todas las formas esclavas de la luz,
que ahora, ajena, no me contesta; se desentiende de la tragedia
y me desconoce aquí, en la intimidad del olvido.
Mi espejo inédito se ha ido a vivir al aire; teme que, en cualquier momento,
la tierra se parta en dos y la grieta, consonante de despedidas,
devore la voz de los poetas, de los soldados caídos y de los inocentes.
¿Con qué autoridad le pido que regrese?
La dejé volar, la dejé perderse y la dejé ser herida abiertayderrota:
se ha ido como aquellos niños que nunca encontraron, se ha ido
como el sueño de volverme mujer, ácido y ardiente secreto.
No reconozco mis propios ojos cerrados, el retrato birlador me desencaja
todas las estrellas del iris desvelado hecho aljibe, me dispersa los museos de mis labios
desencontrados en un beso batiente y me desnivela el vuelo,
carnaval de alas desinteresadas, como si me premiara, con la caída,
con ese detener de abetos blancos bajo el sol de la tarde quieta.
El reflejo insiste en que ha nacido en la soledad del aire:
desde allí quiere desbandarse y desmerecer el vértigo de un vuelo contrariado.
—¡No saltes!— me grito, sin saber ya mi lenguaje.
No hubo banderas que detuvieran el tiempo frío de la cicatriz
y la caída se escuchó, desde la altura impía, como un disparo,
como el tambor que ajustó cada una de las sílabas de tu nombre.
La lágrima sagrada, urgente de paraísos etéreos, se volvió el silencio
de esas palabras quizás soñadas o desacostumbradas a la boca,
y se clavó en mi inmensidad como una espada que nunca ha visto el cielo.

Primer Premio: Vence el encierro, mi México de Ayer "Oda a los muertos"

Mi relato "Tanatomicrobioma o Memento Mori", se ha alzado con el primer premio en la edición 2024 del Certamen Internacional "...