Plegaria por las abejas

Ni el frío las detiene en su imperiosa adoración por el perfume, en ese culto que conservan, como si estuvieran rezándole a un dios que se deja ver, luminoso, entre los pétalos, con el corazón hecho de miel.

jueves, 12 de septiembre de 2024

Accesit I Certamen de Relatos Cortos FEFQ organizado por la Federación Española de Fibrosis Quística.

Emocionante entrega de premios del I Certamen Internacional de Relato FEFQ dónde tuve la gran oportunidad de compartir con maravillosos escritores.
Mi cuento "Juramento Extraordinario: Cromosomas" recibió un accesit en la Categoría General.
En el día Mundial de la Fibrosis Quística, estos espacios colaboran a visibilizar y sensibilizar desde las letras y la literatura.





JURAMENTO EXTRAORDINARIO: CROMOSOMAS

La jura extraordinaria se celebró con gran ilusión otro año más y los organizadores del gran evento —por tradición, los encargados del Departamento de Graduados— corrían nerviosos de un lado para el otro: auguraban que todo saliera perfecto porque, de lo contrario, el caos sería devastador. Entre los preparativos, que no quisieron demorar más, dispusieron diplomas, atriles y tarjetas identificadoras; armaron la mesa académica, ornamentaron la explanada de la facultad, ubicaron a los abanderados entrantes y distribuyeron las medallas de honor.
La tarde siempre era agradable en la intimidad del microbioma, pero aquel día, entre los nervios y la emoción de la jura, fue particularmente calurosa. Algunos presentes se estaban haciendo aire con el programa de colación promoción 2024 que previamente les habían repartido en la recepción. Sin embargo, no había ningún órgano presente, todavía; en el escueto acto solamente estaban los cromosomas y las moléculas de ADN que se ubicaron en sus respectivos asientos a la espera de los diplomas. Era costumbre que la información genética no jurara hasta que todos los sistemas y tejidos estuvieran elegidos.
Luego de la bienvenida de los egresados, la entrada de la bandera de ceremonias, el himno, el traspaso de bandera, el acto artístico, la entrega de distinciones y homenajes, la conformación de la mesa académica y las palabras del rector, se dio inicio a la tan esperada jura. 
—Estimados estudiantes, con el poder que nos concede esta casa de estudios, el Corpus Corporis University, es para mí un gran placer proceder a la lectura de esta jura extraordinaria. 
            Los cromosomas, las moléculas y las proteínas se pusieron de pie, desde su lugar microscópico en el mundo.
—Cromosomas, ¿juran por su dignidad y la de cada tejido a su cargo, contener, preservar y organizar el material hereditario con el rigor que exige ser el pilar fundamental del cuerpo?
—¡Sí, Juro! 
La primera respuesta se escuchó como una descarga eléctrica, similar al impacto del espermatozoide con el óvulo.
—¿Juran proteger el ADN al momento de la concepción, durante la formación del nuevo ser humano y hasta el momento de su muerte?
—¡Sí, Juro!
—¿Juran, por su honor, mantener el cuerpo íntegro y fuerte, aunque cualquier enfermedad hereditaria los incite a declinar sus responsabilidades?
—¡Sí, Juro!
—¿Juran recibir el trasplante de órganos y donar a otro cuerpo, para perpetuar la vida?
—¡Sí, Juro!
En ese momento, como pedía el protocolo, algunos cromosomas se separaron del resto y se dispusieron a jurar con sus respectivos órganos del sistema pulmonar y digestivo
—Sistemas y cromosomas, ¿juran por su libertad y la del cuerpo a su cargo librar los síntomas y complicaciones de la fibrosis quística, permitiendo una vida plena y de calidad para el organismo?
—¡Sí, Juro! 
—¿Juran acompañar al cuerpo en los distintos tratamientos y aspectos relacionados a la fibrosis quística, no solo biológicos, sino también sociales y públicos?
—¡Sí, Juro!
—¿Juran que cada respiración sea merecida y justa, a pesar de los diagnósticos?
—¡Sí, Juro!
—Sí así no lo hicieran, que Sangre y Alma los demanden.
Los sistemas ya habían sido informados, pero aquella noticia no interrumpió la emoción de la gestación y, posteriormente, del nacimiento tan esperado. 
              A las siete semanas, cuando se formaron el cerebro, el corazón y la médula, se los sometió a una Jura aparte, y con el mismo rigor que los demás, aquellos órganos comprometidos en los cuerpos con fibrosis quística, juraron.
—Cerebro, Corazón y Médula ¿juran, por su honor, proteger la vida, en calidad de competente máximo, ante el avance de la fibrosis quística? 
—¡Sí, Juro!
—Si así no lo hicieren, que Sangre y Alma los demanden. ¡Felicidades, flamantes egresados! ¡Ustedes serán seres humanos íntegros!
               Fue a los dos años que les diagnosticaron fibrosis quística. El cerebro, previamente, había dictado las leyes correspondientes que habían sido sancionadas por ambos pulmones, también había modificado la Constitución y todo el microbioma estaba al tanto de los diagnósticos y de los tratamientos.
—Señor, recuerde que tiene una reunión con las glándulas mucosas y las sudoríparas.
—Que sea también con los cromosomas —respondió el cerebro.
—Sí, señor, inmediatamente.
—Luego hablaré por Cadena Nacional, nos escuchará todo el cuerpo. Quiero dejarlos con la tranquilidad de que podemos superarlo todo, que somos un cuerpo fuerte y que siempre hay posibilidades. 
              Cuando la reunión terminó, el cerebro, junto con los ministros del sistema respiratorio y el digestivo, salieron a los balcones del cráneo, en el palacio de las Meninges. Entre saludos, pedidos de silencio y lágrimas de emoción y miedo, las palabras del cerebro fueron tan claras como las del rector, en aquel juramento extraordinario. 
—¡Querida nación! Ni la fibrosis quística ni ninguna otra enfermedad o debilidad nos hará ceder. ¡Somos un cuerpo fuerte, que no se nos olvide! ¡Somos un cuerpo que merece un presente y un futuro como cualquier otro!
            Los aplausos comenzaron a sentirse en el esternón, en el pecho y en las fosas nasales.
—¡No hemos jurado en vano! —exclamó el cerebro—. ¡Todos estamos aquí para cumplir nuestra palabra! ¡Confiemos! ¡Viva la Patria!
—¡Viva! —respondieron los huesos, tejidos, hormonas y ácidos.
—¡Viva la patria! —repitió el cerebro.
—¡Viva! —respondió el cuerpo. 

María Sofía Abarca 


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