VII JUEGOS RITUALES
Los VII Juegos Rituales entre pronombres y psicopompos
se celebraron a las orillas del río Atuel, para facilitar la venida de las
barcas que llegaban desde el más allá. Ningún humano se imaginó jamás que por
la afluente del río Desaguadero asomarían los gigantescos y monstruosos
psicopopmpos.
Los Pronombres, ágiles seres alados, fueron los
primeros en llegar, los gigantes ojos grises que se abrían en sus alas de gran
envergadura, los delataban. Cada uno de ellos se encargaba de la protección de
un nombre propio y, aquel día, habían sido llamados por los Nuevos Inmortales
para competir y para tratar de firmar un acuerdo de paz entre aquellos seres
fantásticos en disputa: los pronombres, que acompañaban los nacimientos y los
psicopompos, que guiaban a las almas difuntas.
Sin embargo, la cantidad pronombres era excesiva y,
en aquella oportunidad, a pesar de las quejas y de las insistencias,
competirían los protectores de los nombres que empezaran con la letra A.
Por su parte, los gigantescos Psicopompos hicieron
fila para anotarse en los juegos, cada uno traía su remo y su lámpara de
aceite. Muchos se reconocieron y se saludaron después de tantos años.
La apertura de los Juegos iniciaba con la entrada de
los Nuevos Inmortales que traían consigo los nombres de todos los muertos y
bendecían los nombres que aún estaban vivos, tradición que se mantenía desde
hacía siglos.
La transmigración, el cambio de formas, las batallas
singulares y la competencia de talentos intentaban poner fin a las diferencias
entre pronombres y psicopompos.
Los gigantescos seres que se encargaban de guiar a
las almas por los ríos subterráneos disfrutaron de una tarde tranquila en la
montaña, alejada de los lamentos del Inframundo. Ninguno quiso recordar las
guerras, ni la sangre, ni las espadas.
Es más, pensaban reunirse nuevamente y organizar una
Feria del Libro Oculto en alguno de los reinos.
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